domingo, 26 de septiembre de 2021

Postales doradas del rock en Magallanes: El rock en tiempos del Covid, crónica de una expresión vapuleada

- Nada más lejos que pensar que la inspiración se apagó en los últimos dos años, pues esta latencia con cara de encierro no ha hecho más que insuflarle un valor especial a todo lo creado en pandemia, como diría Ricardo Palma, líder de INDOMIA.  Roberto Hofer Oyaneder

Esta atronadora pandemia se ha traducido en tiempos difíciles para artistas y creadores que viven de las distintas expresiones musicales, afectando existencias y proyectos de vida con mayor potencia que el más fragoroso atentado. Pese a la precariedad que aqueja a muchos gestores culturales, ajenos al carrusel de infaltables arreglines de políticos y enjambres de “apitutados” destinados a recibir algún infame “raspado de olla”, el sentimiento que moviliza a la gente del rock con sus legítimas aspiraciones de ganarse un espacio no ha muerto.

El estado de excepción decretado ante la efervescencia social de octubre de 2019 ya había limitado la marcha de nuestra vanguardia roquera. Como la anunciada segunda edición del Festival Somos del Sur con 31 bandas, que tendría lugar en el Liceo Sara Braun aquel 25 y 26 de octubre, y al final marcó una de tantas cancelaciones de eventos. De ahí vendría la pandemia, que echó abajo todo lo bueno que pudiera haber deparado el año 2020–no así con los PENTAGRAM, leyenda yanqui del doom metal anunciados para ese 8 de abril, cuya gira se cayó por la deserción a última hora de su baterista oficial-.

Si hasta ese entonces nuestro rock regional era una manifestación que se alzaba con colores propios, esta “tormenta perfecta” en materia de liquidar compromisos, auspicios, público y apoyos (sin contar aquí los retiros del 10 por cientos de los fondos de pensiones) no haría otra cosa que obligar a sus cultores a ser aún más independientes en materia de gestión.
Hoy podríamos estar frente a un reflujo de aquella consolidación de la escena roquera que vimos en los años ’90, con las primeras autoediciones y el desarrollo de eventos de rock más segmentados, volcándose en las siguientes dos décadas a una búsqueda creativa, profesionalización y consolidación de una identidad regional (con vitrinas instantáneas como Facebook, MySpace, etc.). El factor más relevante en nuestra movida durante aquella etapa antecedente sería la proliferación de estilos con la irrupción de los primeros sellos independientes.
No por nada, Carlos Beca (de la banda ROTWEILLER) apuntó alguna vez que un estudio del Instituto Nacional de la Juventud arrojó que en 1994 Punta Arenas era una de las ciudades con mayor número de bandas por habitante.


No estaba muerto…

La crítica situación de supervivencia que afecta a la música y el rock llevó en marzo pasado a la realización del AGTAEfest, evento nacional organizado por la Asociación Gremial de Trabajadores de las Artes y el Espectáculo (AGTAE), para ir en ayuda de los trabajadores del arte y espectáculos afectados profundamente por la pandemia. Como artistas regionales, SEBASTARGO y AS DE OROS se sumaron a la cartelera.

"Nada más lejos que pensar que la inspiración se apagó en los últimos dos años, pues esta latencia con cara de encierro no ha hecho más que insuflarle un valor especial a todo lo creado en pandemia", como diría Ricardo Palma, líder de INDOMIA.

De hecho, en noviembre de 2019 la banda de rock blues AS DE OROS lanzó un combativo single, “Los insurrectos”, cuya temática alude al denominado “estallido social”. “Esto no da para más”, reza su estribillo, y su letra -dura como la piedra-, arranca con esta frasecita: “en un gobierno de ineptos, el más vivo es el rey”.
Tras cartón, este mismo grupo roquero, inmerso en la penumbra humana y social a que nos pusiera a prueba el Covid, le cantaría también a la luz con su single “¿Quién?” (septiembre de 2020).

En abril de ese año inombrable, lloverían canciones como “Dignidad”, tema con el que los natalinos de LA MORBIDA celebraron su noveno aniversario, alineados con aquella expresión ciudadana que desde Plaza Baquedano remeció nuestros cimientos ciudadanos.

A inicios del mismo mes, el dúo electrónico LLUVIA ACIDA publicó su disco “Antiviral”, tomándole el pulso musical a la pandemia del Covid-19.
En diciembre, la banda folk-rock Sol y Hain lanzó su proyecto “Cancionero desde el Fin del Mundo” en el marco del concurso “Creadores en Tiempos de Pandemia”, que financió la Fundación Cultural de la Municipalidad de Punta Arenas.
En julio de 2021, NAVE/RAW, cultor regional electrónico de corte industrial (género tributario del Krautrock) relanzó en diversas plataformas su single “Las calles sangran” (en el contexto del “estallido”), que había estrenado en diciembre de 2019 en el Centro Cultural de Punta Arenas, en el marco del proyecto NEscena.
Asimismo, este periodo de aparente marasmo ha marcado además el nacimiento de variados proyectos roqueros, a través de bandas emergentes como SUR OSCURO (power metal), EL BAILE DE LAS MASCARAS (pop rock), SHUGGAR (funk rock, rap y soul) y el tecladista NICOLAS VARAS(compositor y músico electrónico), entre otros iluminados.


¿Cómo andamos por casa?

A la luz del impacto de la pandemia a nivel regional, el productor y músico Luigi Esparza reconoce que los músicos, bandas, compositores, trabajadores del arte y del espectáculo han sido testigos y víctimas de un aparato estatal que, puesto a prueba, ha demostrado ser “lento, burócrata, con nulas políticas de apoyo o estrategias para poder apoyar al medio, además de su rol que debe seguir fomentando el arte y los espacios para el desarrollo de actividades artísticas”.
Añade que en el contexto local los privados nuevamente son quienes se han alzado y reinventado, creando espacios de difusión y apoyo cultural, “a costa de recursos propios y un gran sentido de responsabilidad social-cultural como es el caso concreto de Streaming Sur (de la mano de Víctor Mancilla), que ha sido para muchos la única instancia para mantenerse activos, acompañados de una gran calidad técnica y siempre abiertos a colaborar con la difusión cultural”.

Rodrigo “Viento Crúo” Barría, del grupo CAMINO DE TIERRA, confiesa que la pandemia sumada al “estallido social" le ha pegado fuerte a todos, “unos más que otros, sobre todo al sector cultural”. Este virus de dudosa procedencia claramente “desenmascaró una real precariedad laboral”. Recién después de un año y medio, cree que el sector artístico musical en vivo se está reactivando, sin dejar tampoco de lado cierta dosis de paciencia con miras a que “casi todo volverá a la normalidad y, más pronto que tarde, podremos volver a disfrutar de los eventos de música en vivo”.

Como los músicos no viven sólo de ilusiones, René Gómez, de la banda DIOGENES, no espera nada caído del cielo, en un país donde la cultura ocuparía una última prioridad en materia de apoyos públicos. Sin embargo, en las lides roqueras él destaca a modo de respuesta la irrupción de nuevas redes de autogestion, consolidando ciertos movimientos, por ejemplo, lo que hace el canal Streaming Sur y producciones más independientes como festivales autogestionados.
Eso sí, destaca en lo musical que algunos hayan podido seguir ensayando, con bandas que no pararon nunca y otros que han podido empezar a componer y hacer sus cosas. Su banda DIOGENES se ha reinventado con demos y algunas sesiones a distancia, pese a lo complejo de coordinar todo, además de seguir él grabando, componiendo y colaborando con (tributo a) SCREEN HAGEN o MATIAS CENA de Santiago (a quien grabó pistas en melotrón) y su artesanal compilado de bandas en casete de Halim Music.

“Viento Crúo” apunta, ante el impedimento de tocar en vivo, que muchos creadores siguieron a media máquina, haciendo streaming y participando en festivales virtuales: “Si bien con CAMINO DE TIERRA y FUERZAS OCULTAS hemos estado un poco alejados de esa forma de trabajo, nos hemos enfocado en crear harto material nuevo, y eso es bacán porque, a pesar de no poder tocar en vivo, estamos muy motivados con las nuevas creaciones”.
Respecto a sí hay alguna salida para tener más espacios, cree que cada uno tiene la responsabilidad de buscar las instancias para mostrar tu trabajo, eso es parte de la vida del músico. También el público es parte fundamental en esto, al apoyar asistiendo a las presentaciones, comprar material, etc. O sea, es un trabajo en conjunto.
En paralelo al impacto devastador en la industria del espectáculo global y local, Esparza opina a su vez que la música -como toda actividad creativa- ha logrado adaptarse y sacarle provecho a esta “nueva normalidad”. A modo de pausa, ha abrigado espacios de introspección y análisis que, “sin duda, son un combustible para la creación. En el desarrollo y difusión de este material son imprescindibles hoy en día la tecnología, la grabación digital, las redes sociales, plataformas de streaming para mantenerse activo musicalmente y con una rápida retroalimentación de la audiencia”.


Final abierto


En un concepto territorial donde la música y el rock están en todas partes, no podía dejar de compartir un comentario extraído de la Fanpage de la banda ROTWEILLER, liderada por Carlos Beca, a partir de la inquietud: “¿Se puede ser productivo sin juntarse a ensayar? ¡Claro que sí! Y por supuesto que las bandas tenemos como principal acción el juntarse a ensayar, probar nuevos riffs, empujar nuevas canciones, pero en cuarentena aprendimos nuevos trucos... ¡Y qué ganas tenemos de volver a vernos, de juntarnos! ¡A compartir la liturgia de la distorsión y el doble bombo! ¡A disfrutar del trabajo de nuestra familia del Rock Magallánico! Pero mientras tanto, y como dijera un sinvergüenza postulándose... estamos trabajando para usted”.

De igual manera esperamos que se siga engrosando nuestro patrimonio sonoro e histórico, el cual según el musicólogo Juan Pablo González nos identifica como habitantes de un territorio, de un tiempo determinado, y que permanece en nuestra memoria. Pues hace ratito que el rock es mucho más que música ligera, que nos acompaña como expresión y está en nuestro sentir cotidiano y trascendente.
Pese a sus más de seis décadas, el rock va siempre con el ritmo de los tiempos y sigue vigente, con mucha fuerza y “tiene mucho peso dentro del individuo o del grupo social”, como lo expresara el amigo Jaime Barría Casanova, de la Banda BORDEMAR.
 
Aquí tampoco podía faltar el multi instrumentista y gurú electrónico JOAKIN BELLO, quien en octubre de 2008 visitó la región, y se rindió ante la belleza de los sonidos novedosos que extrajo de su flauta al tocar en la Cueva del Milodón, y también ante nuestra geografía que envuelve a sus habitantes, acogiéndolos en una especie de útero. Con tales ejemplos, al intentar cerrar estas crónicas la sobrecogedora belleza e inmensidad de Magallanes sólo puede seguir inspirando un canto vivo que será único en el mundo, y cuyas posibilidades son infinitas.
Si el rock es una página abierta, aunque siguiera escribiendo sería imposible hacerle justicia a tantos nombres, canciones e historias regionales que siguen naciendo y se entrelazan, como el desarrollo o progresión de una melodía que siempre buscará cerrar un círculo perfecto. Más aún si se trata del rock magallánico, cuyo inicio es algo más o menos cierto, pero nunca está claro su final, porque es una canción en progreso, en permanente desarrollo. Es un final abierto, porque en cada soplo creativo hay vida. ¡Larga vida al Rock Magallánico!

SHUGGAR: Un grupo emergente nacido recién en enero de 2020 en Punta Arenas,
que cuentan a su haber con el EP "Ex-Presiones" (2021).



SOL Y HAIN: Sol Domínguez con su banda folk-rock Sol y Hain lanzó en diciembre
una serie de videos tutoriales para guitarra y un cancionero digital descargable.
(PUBLICADO EN DIARIO "EL MAGALLANES, 26-09-2021)


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