-Este fallecido magallánico creció en población Fitz Roy, estudió en el Liceo de Hombres y se tituló en la “universidad de la vida”, con idas y venidas por todo el país, un periplo por Argentina y un autoexilio en Alemania, donde vivió más de 13 años. Roberto Hofer Oyaneder
Para quien lo pudo conocer, José Luis Vergara Delgado fue a todas luces un “outsider” y de ahí sus implicancias roqueras y la necesidad de rescatarlo de un olvido casi buscado en estos renglones. La personalidad fuerte, reservada y creativa de este fallecido poeta, trovador, director de teatro, pintor, escultor, escritor y documentalista que ponía el alma en todo lo que hacía, sugiere un rompecabezas a armar con el apoyo de otros “jugadores” (quienes lo conocieron).
Este magallánico creció en población Fitz Roy, estudió en el Liceo de Hombres y se tituló en la “universidad de la vida”, con idas y venidas por todo el país, un periplo por Argentina y un autoexilio en Alemania, donde vivió más de 13 años. Se sabe que escribió y publicó poesía afuera. E hizo conciertos allá y grabó cosas con músicos alemanes, violoncelistas, siendo su sello alternativo el tocar una guitarra transpuesta (con otra afinación).
Aun cuando sus inicios pudieran asociarse a la movida folk magallánica de los ‘70, al estar vinculado a la fundación del grupo TALLER ALTURAS, se dice que él no perseveró en aquel conjunto al no transar con su liderazgo. Roberto Núñez, músico que lo acompañó en diversas etapas, refiere que para José Luis “un taller era un lugar donde se junta gente y todos aportan algo”, razón por la cual fundaron un grupo al que llamaron “TALLER 1”, porque “éramos supuestamente el primer taller donde trabajamos todos en equipo”.
El TALLER 1 duraría entre 1981 y 1984 integrando a varios músicos locales, como el talentoso Jorge “Loco” Pizarro, que después se fue a Santiago, Julio Muñoz y los fallecidos Fidel Pozo y Fernando Núñez (hermano de Roberto), entre otros.
Dentro de sus voladas se presentaron una vez en el Festival Folclórico en la Patagonia con un tema de José Luis, que era una canción muy rara, “La cueca al vacío”, la cual interpretaron bajo el alias de “Los Equivocados de Siempre”, sumando en ese tiempo a Manuel Lagos y Coca Cárdenas.
El 9 de diciembre de 1983 tuvieron el honor de acompañar al dúo Schwenke y Nilo en el Teatro Cervantes.
Hippie y nómade
Otro que cruzó su camino con Vergara fue Juan Carlos Muñoz (“Chico” Alegría), quien a sus 17 años se vio sin futuro acá. A mediados de los años ’70, optó por ir a rodar tierras a Argentina con apenas 3° medio en el cuerpo, más la pesada mochila de ser víctima de persecuciones policiales y detenciones por su melena. Ni pensar en hacer el servicio militar.
Al llegar a Ushuaia se topó en el centro de Ushuaia con unos amigos y en una esquina encontró a Vergara. “Él se fue a vivir conmigo a la (misma) pensión en una pieza y ahí charlamos mucho. Él me contó que había estado en el norte en una comunidad hippie, parece que había conocido a La Manchufela y a todos estos locos de los BLOPS. Y estaba el grupo Arica, un grupo esotérico de jazz, estaba Silo y los jóvenes estaban yéndose a armar cosas. Él se vino en un viaje largo y en ese periplo estuvo viviendo en distintos lugares, en una comunidad hippie y estuvo aquí y allá. Yo en ese tiempo estaba leyendo un libro de Josip Ibrahim que se llamaba ‘Yo visité Ganímides’ y andábamos colgados con eso, el tema de las estrellas, el tema de mundos insondables y mucho también catapultado por la música, por las bandas, por la poesía”, relata.
Vergara armó una banda allá con otros amigos –todos unidos por una misma búsqueda filosófico-existencial- y fueron invitados a un programa de televisión. Anécdota aparte, contaron allí que eran un grupo de chilenos aventureros saliendo de la dictadura, y que su idea era hacer una travesía por la mitad del planeta desde Ushuaia hasta Alaska.
Muñoz se quedó seis meses allá (antes de seguir a Río Gallegos) y señala que Vergara impregnó el ambiente allá con su música de estilo tan propio e interesante mixtura: acústica, fusión, tintes de folclor y mucha reminiscencia de rock, canto al estilo CONGRESO y de repente temas acústicos a la SPINETTA. Su buen cartel llevaría al grupo –donde también destacaba su guitarrista chilote, el Cacho Barría- a tocar en el hotel Albatros de Ushuaia ante numeroso público y de buen nivel.
Quién diría que aquella etapa que los vio huyendo de una dictadura los llevaría a encontrarse con otra igual o peor allá, para reemprender nuevos destinos. De aquellos cercanos encuentros con José Luis Vergara destaca que él nunca transó con nada, y que fue un artista lejos muy adelantado a su época.
Canto de resistencia
Roberto Núñez, amigo incondicional de Vergara hasta el final, destaca el haber creado junto a José Luis una obra particular, especie de apéndice roquero dentro de su carrera a la que llamó “Hoy”. Esta suerte de “cantata folk rock” hizo historia, al ser exhibida en el Café Kultural, en Avenida España y Fagnano, como un manifiesto artístico y humano, de resistencia ante la cultura del miedo que campeaba por esos días. Fue un catártico corte en el tiempo, mezcla de lamento y grito en una época de vidas hechas jirones, tan necesitada de matices para pintar una esperanza.
Corría el año 84, justamente en febrero de 1984 (el mismo mes en que se produjo el “Puntarenazo”). Ensayaron y ensayaron un mes completo la mítica obra antes de presentarla y darle actualidad definitiva a su nombre. Núñez indica que “Hoy” en su contenido era “muy contestataria, muy brava”, acorde a los tiempos que corrían.
En aquellas presentaciones “tocaba ‘Vitoco’ Díaz el teclado, mi hermano fallecido Fernando (Núñez) el bajo eléctrico y yo tocaba batería en algunos temas y guitarra en otro. Tenía una onda así media folk rock. José Luis Vergara tocaba la guitarra y cantaba, la mayoría de los temas los hizo José, pero en un par de temas los hicimos juntos, son los temas más instrumentales. El primero por lo menos de ese disco lo hicimos en realidad era como mío en la parte armónica y él le agregó algunas melodías. Un par de temas compuse yo ahí”.
La música era apoyada por imágenes del fotógrafo Óscar Riquelme. Nada más explícito. Al punto que cuando ellos tocaron ahí, no podían sentirse más perseguidos, viendo en cada desconocido que ingresaba a un virtual “sapo”.
Este concepto musical que presentaron en vivo quedó plasmado en un casete que les grabó Rodrigo Leiva (quien sería integrante más tarde de ATERRIZAJE FORZOSO): “él y otro muchacho que vivía acá, (Héctor) Sepúlveda, tenían un estudio que se llamaba 3.40 abajo por la Costanera. Ellos nos grabaron en un casete en una casa, (donde) hicieron como un estudio y quedó bastante buena la grabación”. Con Vergara la pasaron años después a CD, en un trabajo más casero, sólo para ellos. Como detalle, José Luis le ideó una artística carátula.
Al poco tiempo, Taller 1 se desbandaría y mientras Roberto se iba a estudiar a Concepción, José Luis se fue a Alemania. Estando afuera supieron después que alguien puso una bomba en el Café Kultural. Imposible no asociarlo a la polémica “Hoy”. Aunque olvidada, Núñez apunta que en su momento el grupo ALTURAS popularizó un tema de la obra: “Cae la noche”, composición de José Luis.
El último viaje
Son tantas las vivencias que hasta a Roberto le cuesta resumirlas. Entre ellas, aquella anécdota –alrededor del año 1999- cuando Vergara trabajó en Santiago con el dramaturgo Juan Radrigán, y terminó flechando a la polola alemana de este último.
De ahí volvería a Punta Arenas para quedarse. Se instalaría en dependencias del antiguo Hospital Psiquiátrico, sector Miraflores, donde abriría el café taller Los Equivocados de Siempre. En una oportunidad trajo a tocar a los BORDEMAR y armó al final una tocata combinada con ALBATROS, banda regional de música celta, el 17 de octubre de 2007.
Danilo Villalón, docente de música de Valparaíso, recuerda cuando recién egresado y llegado a la región fue invitado por José Luis a su taller en el ex Hospital Psiquiátrico a tocar el cello: “entonces me presentó sus temas y a mí me gustaron, porque al tiro yo noté que él era un artista serio y súper comprometido con su trabajo y con su poesía, que era grandiosa”. Recuerda que adoraba a Violeta Parra y decía que era una inspiración para él.
Sin hacer necesariamente rock, grafica que Vergara “tenía una impronta roquera, era roquero heavy metal desde adentro, el socio se imponía y no diciendo muchas cosas, era como bien especial José Luis y también, al mismo tiempo, congregaba”. Lo definió como un creador muy comprometido con su arte y, en especial, con su música, que era única: “a mí me gustaba mucho, porque era así como folk neo, un poco medio Bob Dylan”. Todo ello sumado a su potente registro vocal.
Asimismo, Vergara incursionó en la faceta audiovisual realizando documentales como “Qué querís que yo le haga” sobre los hijos de exiliados retornados a Chile; “Mulumapu” sobre la vida de dos escritores y un pintor y escultor mapuche; además de sus videos sobre la historia del petróleo en Magallanes y “El mar de repente” (2005, por encargo del Instituto de Fomento Pesquero) para mostrar la vida de los pescadores artesanales en sus múltiples facetas. Roberto incluso le ayudó a hacer la música del documental.
Esta filmación no estuvo exenta de discrepancias, haciendo valer el creador la crítica voz recogida del entorno de los trabajadores y la defensa de su contenido cultural. Luego de filmar dicho material, el 21 de agosto de 2005 sobrevino el siniestro que destruyó la lancha artesanal Drakar I, frente a Agua Fresca, cobrando la vida del pescador chilote José Cárdenas, de 23 años. La pérdida de quien fue su amigo y principal colaborador a bordo de aquella nave para dar vida al documental, lo llevaría a grabar el CD “Espiritú” (con tilde en la “u”) en estudios Taiquén (Castro, Chiloé), en febrero de 2008. A su guitarra y voz, Vergara sumó a la intérprete Carolina Muñoz en viola.
Este maravilloso disco, de factura maciza, flirtea con la fusión urbana, la trova y lo clásico en un viaje musical que cautiva de principio a fin, y que incluso ha servido de cortina para producciones nacionales. Incluye el tema "Bajo una luna de tiza", inspirado en esos compañeros de mareas que le abrieron su corazón y su mundo.
Núñez menciona que toda su creación colectiva la hicieron en la marginalidad. Incluso José Luis lo molestaba haciéndole ver lo invisibilizados que estaban, al punto que ni siquiera lo invitaban de jurado a un festival de los bomberos. Al final, aquello sería una opción.
Meses antes de que falleciera el 15 de noviembre de 2012, a los 58 años, Roberto le dijo a José Luis: “yo voy a ser tu biógrafo”. Y él lo miró como asombrado. Pero independiente del cariño que le tenga, lo define como un personaje interesantísimo y brillante intelectualmente, aunque rechazado: “yo soy bien objetivo y, conociendo a los músicos acá de Punta Arenas, era un tipo fuera de serie, otra onda, pero -como te decía- no reconocido, porque quizá era muy extraño lo que él planteaba”.
Histórica foto del Taller 1 en la previa de la obra “Hoy”: Vitoco Díaz, Roberto Núñez, José Luis Vergara, Gilberto Tapia y Fernando Núñez. Faltan: Guillermo Ruff y Óscar Riquelme. |
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