lunes, 30 de agosto de 2021

Postales doradas del rock en Magallanes: Una expresión independiente robustecida sobre el escenario

- Desde la última década del siglo XX a la fecha, ha cuajado un germen de iniciativas juveniles y experimentos locales con vigoroso impulso, dando pie a exitosos festivales que han prestigiado toda una expresión roquera.
Roberto Hofer Oyaneder

Luego que durante años nuestra austral escena roquera se mantuviera algo entumecida, con el advenimiento de la democracia en los ’90 el rock se abriría paso a nivel estudiantil con nuevos espacios en vivo. Así las cosas, el nuevo siglo llegaría con “punch” a la hora de organizar eventos, para dar a conocer a nuevos valores. Una de esas apuestas, el 9 de diciembre del 2000, fue la denominada Tocata Rock en General del Canto Nº 156, a cargo de KARMA, FROZEN EMPIRE, VASTAGO, TRIAL y LA CAÑA.

Días después, aquel 22 de diciembre los roqueros se “tomarían” el gimnasio de Cristo Obrero bajo los designios de la Tocata 2000. Este último espectáculo, coordinado por un folclorista (René “Lito” Rodríguez) y enmarcado en el lanzamiento de la efímera revista Rock 69, pretendía ser antesala de una serie de presentaciones en comunas como Porvenir y Natales (las que al final no fueron). Todo esto buscaba incentivar a los músicos, valorar su talento y difundir su trabajo. Con un cartel “peso pesado”, por el evento desfilaron: HIBERNAL SOUL, SCREEN HAGEN, TRIAL, YUMBINA, VASTAGO, MANTIZA, LA CAÑA, INSUMISION, FROZEN EMPIRE y CAMBIO DE ACTITUD de Río Gallegos.

Más allá de su huella, la nueva era llegó afectada por años de actividad y de gran inquietud por hacer cosas nuevas, especialmente por parte de bandas metaleras. Tampoco faltarán buenos proyectos de rock alternativo, electrónica, punk y folk, todo ello acompañado de instancias y –lo más importante- público para dar a conocer su trabajo.
En 2001 ya se levantarán interesantes vitrinas como la Tokata III, que la Agrupación de Rockeros y Músicos de Magallanes realizó en junio de ese año en el gimnasio San Miguel. El cóctel de bandas incluiría a: SANGRE FRIA, YUMBINA, KARMA e INFERNAL DOOM.

Otros eventos que atesoraría la nueva era sería la saga del Bartolo Metal Fest, que a mediados de esta primera década se abría a una expresión más cruda. Como valor agregado, los convidados a esta fiesta conjugarían cantidad y calidad, además de repertorios propios.

Rockeros al paredón

La banda INFERNAL DOOM es hija de esa época, que los vio en 2005 editando su placa debut “Just The Beginning” y figurando además en un CD compilatorio de bandas nacionales de la revista santiaguina Grinder, con buena crítica.
El año 2005 los vería compartir una tocata local en octubre con la emblemática banda nacional TORTURER y de ahí en una gira veraniega para promocionar su disco en 2006 en el centro y sur del país. En invierno del mismo año repetirían la experiencia en varias ciudades, para dar el salto además a Argentina (Bariloche) y Bolivia.

Este mayor contacto de las bandas locales con el público de otras latitudes se vería acrecentado con iniciativas tan loables como los conciertos Magallanes Attack, protagonizados por exponentes regionales en pleno corazón de Santiago, y que en su tercera edición, el 28 de abril de 2011, aglutinó en el bar Óxido del barrio Bellavista a ICARUS (GASOLINE), INFERNAL DOOM y DIOGENES más los capitalinos LAPSUS DEI.

La década pasada estaría marcada por poderosos intercambios de cultores locales con bandas nacionales y de otras regiones, no sólo con epicentro en la zona central. Uno de los más potentes fue el capitalino mega Festival Maquinaria 2012, en el Club de Campo Las Vizcachas, donde HIELO NEGRO compartió escena con DEFTONES, SLASH (ex Guns ‘N’ Roses), CRIMINAL, STONE SOUR, PANICO y AGUATURBIA.

Nuestra capital regional tampoco se quedaría corta, y el 26 de enero de 2013 marcaría la pauta para una nueva tradición al potenciarse la organización del Patagoniamojados Clandesta Festival 2013. Esta iniciativa congregó a más de 10 bandas en vivo a la salida de Punta Arenas, en el Kilómetro 11,5 Norte, en una parcela frente al local Ruta Norte. Allí hubo invitados argentinos como REPUBLICA CACHI, NADA MAS ROCK AND ROLL y SUDAKA (bandas de Río Gallegos), además de SINDROMESTIZA (ska reggae), CAMINO DE TIERRA (hard rock), CERAMICOS (indie rock), PERRO MUERTO (hardcore punk), DELIRIO (punk rock), UNABOMBER (hardcore crust), JUAN SALVADOR DE LA ZURDAMERICANA (pachanga psicodélica), THE WALO'S (folk rock), RAMSI THE CASTAMAN (reggae), SOBRE EL BEAT (hip hop), PEPEGRILLO y HERNAN VIDAL (trova).

Como “no hay primera sin segunda”, el 25 de enero de 2014 se consolidaría en adelante el Patagonia Clandesta, con un catálogo igualmente generoso y diverso: LA MORBIDA (blues de Natales), NADA A NUESTRO FAVOR, RAMENAMI, TINTA ROJA, AS DE OROS, C.O.N.T.R.A., PERRO MUERTO, SINDROMESTIZA, PERRO MUERTO (Santiago), CAMINO DE TIERRA, REPUBLICA CACHI (Gallegos) THE WALO'S, ELIAS ROJO y THE WASKA'S.

Suma y sigue

El 2 de marzo de 2013 vería la luz por única vez el Patagonia Horror Open Air Metal Fest, festival de rock metal al aire libre en el bandejón central de Avenida Bulnes, a la altura de Avenida Los Flamencos (frente a la Umag), al cual se sumó un segundo evento paralelo aparte, el Punta Arenas Rock Open Air, con bandas de covers antiguas.
La organización corrió por cuenta de Priscilla Pérez, Manuel Andrade Nahuelquín (VASTAGO, ex-OVERTHROW, TOTTEN SORAK), José “Pepo” Oyarzún (ex DEHUMANIZE, PURGATORY, SCREEN HAGEN) y Marcelo Vivar (SCREEN HAGEN). El espectáculo se presentó en dos escenarios a la misma hora.
Al igual que Lollapalooza todo fue gratuito (xd), dándose el fenómeno de familias enteras compartiendo todo el día en comunión roquera.

En el Patagonia Horror Open Air Metal Fest desfilaron una decena de bandas magallánicas y de Río Gallegos: los consagrados SCREEN HAGEN y VASTAGO, junto a KRAUSEN, FORTY TWO, THE DEATH SYMPHONY, BULLYNG, más los conjuntos argentinos INFECTO, ERODHES, ARDE EN LLAMAS y ALQUIMIA.
A su vez, el Punta Arenas Rock Open Air albergó a INFERNAL DOOM, New Jersey (Banda tributo Bon Jovi), Boggie Band (Tributo al funk) y Vintage Roots (Tributo al rock clásico).

Al verano siguiente, una verdadera fiesta playera se vivió la tarde del sábado 18 de enero de 2014 con la tocata “Max Steel’s Beach Rock Party”, organizada en Costanera del Estrecho con Avenida Colón, donde se emplaza el monumento a la Goleta Ancud. Su antológico nombre fue motivado a raíz de la polémica en que se vio envuelto aquel conjunto escultórico tras el litigio judicial iniciado por el artista Guillermo Meriño, creador del diseño del proyecto, al verlo desvirtuado y modificado en su ejecución, muy distante en su detalle a la belleza artística y de contexto histórico en él plasmados. No faltó quien apreciara en las esculturas de sus personajes similitudes a los juguetes de la serie animada Max Steel.

Como estelares convocados llegaron: SARGENTO COYOTE, JOSE FURIA, ELIAS ROJO, SATAN VILCHES y BOLSA DE PICKLES, banda psicodélica de magallánicos residentes en Santiago.

En gran referente se alzaría “Tolwe Aike: primera fiesta de los sonidos australes”, evento al aire libre que el 5 y 6 de septiembre de 2015 reivindicó la diversidad musical de nuestra región, al congregar a 40 bandas y solistas en el parque María Behety. Detrás de esta inédita propuesta figuraron Carlos Beca, Ariel Torres, Ester Delgado, Rodrigo Cárcamo y Rodrigo Ponce, y permitió que exponentes de diferentes estilos -HIELO NEGRO, TREMENDOS FIRULEROS, TAMARA AGUILA, VOLANTIN DE ACUARELA, REY LAGARTO, RAMENAMI, TROODON, CONDOR, CAMINO DE TIERRA, AS DE OROS, ROTWEILLER, LUIS VELASQUEZ Y LOS SELENOIDES, IN MEMORIAM, entre muchos otros- mostraran su obra a la comunidad.

Aun cuando quedamos esperando su reedición, en el último lustro se han gestionado una diversidad de festivales Fronteras del Rock (2016), Desde el Ruido Austral (2017, 2018), Somos del Sur (2018), y los natalinos Mek Fest (2018) y Natales Metal Fest, sólo por nombrar algunos. Pese al impacto de la actual pandemia, la virtualidad ha permitido mantener vivo el “bichito” del rock.

Cultura festivalera

Entre los músicos y productores locales existe conciencia sobre el buen nivel que ha alcanzado la escena local. Rodrigo Barría (“Viento Crúo”), fundador del grupo CAMINO DE TIERRA, es taxativo al señalar entre los eventos cumbre de los últimos años a Tolwe Aike, Desde el Ruido Austral, Patagonia Clandesta y Natales Metal Fest.

A nivel regional reconoce que los productores se han preocupado en mejorar las condiciones técnicas de sus eventos y tratos hacia los músicos. Ello, “al estar comprometidos con el desarrollo la actividad en forma positiva, cosa que antes no se veía. Y como músico y espectador, se agradece”.


Camino De Tierra en la costanera de Punta Arenas


















Por su parte, el experimentado músico Luigi Esparza se remonta a los festivales Patagonia Rock de fines de los 90 y de 2007, para luego definir un nuevo punto de inflexión: el de grandes y significativos eventos como Patagonia Clandesta, “iniciativa de jóvenes ligados a la escena musical, que con propio esfuerzo, recursos y colaboraciones levantaron este tremendo evento, que se había posicionado como una instancia indispensable y sobre todo necesaria”. Además de ser propiciado por particulares, sin apoyos estatales, destaca su impronta de fortalecer y unificar el movimiento musical.

Ello, seguido del Tolwe Aike, con la porfía del incansable Carlitos Beca, que llegó a agrupar a más de 40 bandas que estaban haciendo cosas interesantes, pero que durante mucho tiempo no tuvieron espacios para mostrar su trabajo más que en algunos bares que “apañaban”, al ser para la gran mayoría de los locales es mucho más atractivo tener bandas de covers.

Para René Gómez, del grupo DIOGENES, lo más acertado ha sido el Patagonia Clandesta, hecho a puro ñeque, “full auto gestión”. Además le saca el sombrero al Metal Fest de Natales, valorando la “cooperativa” de los Búfalos Mojados quienes como amantes del metal aúnan ahorros para traer a bandas nacionales, de otros países y locales, y ya forman hoy parte del circuito de tocatas nacional.
Otros esfuerzos que valora son los que ha hecho Siete Ciclos Producciones, trayendo a leyendas como RATA BLANCA y TRYO.

Y, si de grandes festivales se trata, rememora en el tiempo el Patagonia Rock, que hace 15 años combinó talentos regionales como ROTWEILLER, CAMINO DE TIERRA y HIELO NEGRO, con la magia de INTI ILLIMANI “Histórico”, SOL Y LLUVIA, TIRO DE GRACIA, CHANCHO EN PIEDRA, GUFI y LOS MISERABLES. Una fórmula a todas luces irrepetible.

(PUBLICADO EN DIARIO "EL MAGALLANES", 29-AGOSTO-2021)


domingo, 22 de agosto de 2021

Postales doradas del rock en Magallanes: La vital experiencia acumulada de un sobreviviente de los ENCAJES BLANCOS

- Este músico de tomo y lomo, que formó parte desde el inicio de aquella institución musical fundada por los hermanos Castro, desempolva destacadas y amargas vivencias, como aquella fallida oferta que podría haber llevado al grupo hasta Madrid. Roberto Hofer Oyaneder

Aun cuando el veterano bajista magallánico Héctor Rivera Alarcón me ha confesado que su apodo -el “Huaso”- no es de su agrado, he estado a punto de argumentarle que si el rock es su campo, no debiera molestarlo, así como tampoco afectó al itinerante Jimi Hendrix su mote de “gitano eléctrico”.
Lo cierto es que la reputación de este roquero de siete décadas de vida, con oficio de sobra como sembrador y pionero del género en la región, amerita más que una mención en este espacio. Conocido como uno de los integrantes originales de los Encajes Blancos, se ha reinventado muchas veces en la vida, tras derivar en la onda musical en 1967 con Los Lancer. Aquel grupo, de onda más bien instrumental, lo vería nacer junto a sus amigos Gabriel Torres Cordero, “Negro” Ramírez y “Vitoco” Biskupovic (recordado guitarrista, ex compañero en el Liceo San José y en la mítica “Pandilla de Mi Barrio”). Tocó con ellos hasta 1968 y de ahí se fue a hacer el servicio militar. Una vez cumplido su deber patriótico, se integraría a los Encajes Blancos: “Creo que llevaban cuatro o cinco meses de haber empezado a tocar y ahí entré con ellos hasta que terminó el grupo en el año 1979 como grupo roquero, porque hasta ahí éramos onda roquera”.
Aquella eléctrica época grupal los llevaría a acumular kilometraje entre Río Gallegos, Río Grande y Ushuaia, “y de repente un poquito más al norte en esta onda, siempre para la Fiesta de la Primavera o carnavales como los llamaban ellos. O sino para alguna manifestación grande como el aniversario de tal ciudad. Siempre nos invitaban y en esa época muy bien pagados. No teníamos nada que decir”.

Incluso su última gira roquera en el año 76 pudo haber catapultado su experiencia internacional, al coincidir en esa última ciudad puerto con dos transatlánticos españoles, el Cabo San Roque y el Cabo San Vicente. Héctor cuenta que andaba un grupo argentino, los Mantra, a bordo de uno de los cruceros. En un día libre, el director artístico del barco, un español, vio tocar a los Encajes Blancos y los invitó a su mesa y los dejó citados al otro día a tomar el té. Allí les ofreció la posibilidad concreta de embarcarlos, pues la banda argentina terminaba contrato en Buenos Aires, y estaba todo dado para que los Encajes ocuparan dicha plaza.
Lamentablemente indica que “no teníamos pasaporte, y cuando nos presentamos con el cónsul, se demoraban alrededor de casi un mes para que nos pudieran hacer el pasaporte. Y el barco lo máximo que podía esperarnos era 10 días”. De haber prosperado aquella posibilidad -que no fue- habrían tenido un contrato para tocar seis meses en el barco y seis meses en tierra, amenizando discotecas de Madrid.

Influencias


Héctor señala que desde chico tuvo contacto con la música y el rock, y en especial gracias a que entraba mucha música por ese lado. En esa época, Argentina estaba muy adelantada en cuanto a repertorio, beneficiando a Punta Arenas una conexión muy buena existente con Río Gallegos y Ushuaia, desde donde venía mucha música, ya sea de origen yanqui como del vecino país. De ahí que la música del momento se escuchaba primero en Punta Arenas antes que en Santiago.
Beneficiaría a los Encajes Blancos aquel histórico contacto con el estrafalario Carlos Kelly Petersen, alias “El Ciruelo”, el primer hippie que hubo acá en Punta Arenas, quien solía pasearse con muchos discos bajo el brazo. Corría el año 70 cuando éste les mostró por primera vez un disco de Santana. Aquel ritmo extraño, entre música salsa y rock, los cautivó y al tiro intentaron sacar algunos temas. “Después ya cuando vino la película Woodstock francamente entramos de lleno en todo lo que es la música”, agrega. Al punto que vieron seis veces aquel filme en el Teatro Gran Palace. Estuvieron las tres funciones, dos días seguidos, viendo exclusivamente los temas, los tonos y, a la vez, la fonética del vocalista. En ese tiempo cantaban Néstor Castro (Q.E.P.D.) y Arturo Saldivia.
Por otro lado, indica que en Punta Arenas tuvo especial asidero el rock argentino al haber en esa época muchas bandas de gran calidad sonando. Incluso tuvo la oportunidad el año 67 de ir con los Lancer a Río Gallegos, y allá recuerda haber visto tocar a un conjunto bonaerense llamado Teléfono Público: “Para la Fiesta del Estudiante lo vimos en el Gimnasio de Hispanoamericano, dentro de ese grupo había una mujer que tocaba el bajo y no se distinguía entre medio de los hombres todos de pelo largo. Entonces ahí nos llamó la atención que tocaban temas que se vendrían a escuchar acá después de uno o dos años”. Fue su primer indicio de los Creedence Clearwater Revival. Otro aspecto que les llamaría la atención era la amplificación moderna que usaban marca Fender, a años luz de sus equipos “normales” Hohner, Hofner o Strato.
Y de esos grupos argentinos buenísimos recuerda haber visto en películas a Los Gatos con Litto Nebbia y un lote de temas como “Rock de mujer perdida” que estaban “demasiado avanzados para la época en Sudamérica”.

Rock de las heridas

Pese a la lejanía, en Magallanes la incomprensión social a que se vieron sometidos los roqueros en aquellos años de uniformes y represión militar no hizo distingo alguno con Rivera. Antes del Golpe de Estado, él cursaba tercer año de Ingeniería en Ejecución en Estructuras Metálicas en la ex Universidad Técnica y trabajaba en paralelo en el sector público, hasta que el 14 de septiembre del ‘73 fue “cortado” de Impuestos Internos. Su peor pecado fue ser militante del Partido Socialista, al cual había ingresado el año 64.
En aquellos tristes días, su templanza sería puesta a prueba una y otra vez. Alrededor del primer día de diciembre de 1973, él y sus compañeros de banda se preparaban para participar, como músicos de apoyo, de un evento artístico en sintonía con el ideario del régimen militar: el Festival del Cantar Juvenil, en beneficio de la reconstrucción nacional, en el Gimnasio Cubierto, con el patrocinio de la Coordinación Nacional de Educación.
“Estábamos ensayando (en el gimnasio del Club Chile) cuando de repente entró uno de civil y entraron como cuatro o cinco conscriptos que estaban esperando con un camión. Preguntaron por fulano de tal, me apañaron y me anduvieron llevando de paseo por varias partes hasta que me trajeron a la Casa de la Risa (Avenida Colón N° 636), me cortaron el pelo a bayonetazos, porque ésa es la verdad, y casi me mataron a palos”, recuerda. A él ya lo habían detenido antes: “por ir a ayudar a compañeros que les íbamos a dejar ropa. A mí me tenían fichado ya por un montón de razones, yo había trabajado en Impuestos Internos y (en esa repartición) me tenían a mí entre ceja y ceja”.
Aunque no estuvo en el campo de prisioneros de Isla Dawson, confiesa que “de paseo” lo anduvieron trasladando muy cerca de allí en una vuelta a la que lo llevaron en una barcaza naval, sometido a un dolor a escala física y más allá. Como a un perro, todo espoleado y en medio de groserías lo condujeron en un momento a su casa, porque andaba sin carné, y allí en forma prepotente “le dijeron a mi madre: despídase de su hijo, porque no lo va a ver nunca más”. Lo sacaron a punta de patadas delante de ella.
En esta ocasión, como muchos chilenos temió por su vida, e incluso sus compañeros de grupo llegaron a pensar lo peor. “Justamente Néstor (Castro) y no me acuerdo cuál otro más de los chicos fue a hablar. En ese tiempo estaba el general (Manuel) Torres de la Cruz aquí, le dijo: si no largan a Héctor de dónde está no hay festival de la reconstrucción”, agregó. Porque estaban a dos o tres días de realizar el evento, y habían ensayado ya con 60 ó 70 jóvenes de todos los colegios. El ultimátum surtió efecto. Luego de que lo trasladaran vendado arriba de un camión él volvería a ver la luz, siendo arrojado a la misma altura de donde lo habían encontrado.
“Yo sufrí lo que sufrió mucha gente, a lo mejor no tanto tiempo preso, pero igual nos dieron y con ganas”, expresa. Aun cuando él perdonó de corazón a quienes lo torturaron, cree que ellos tienen que pedirle perdón al pueblo: “Yo tuve amigos, compañeros que dan pena, que entraron caminando, viejo, y los sacaron en silla de ruedas, les descolgaron los riñones a patadas. Otros que de tanta electricidad a la altura de la boca les afectaron la lengua y quedaron tartamudos (…) o salieron con las costillas quebradas, otros salieron poco menos que inválidos hasta que mueran, son terribles secuelas que lamentar”. Aunque le resulta triste recordarlo, es una carga emocional que se lleva. Tanto o más que el verse impedido de retomar sus estudios y de sacar un título, lo cual le habría permitido pasar a la planta de fiscalizadores de Impuestos Internos y estaría ya jubilado.
Pero si hubo algo heroico en Rivera fue el haber tocado finalmente en aquel “festival de la reconstrucción”.

Aquí y allá

La música le daría a Héctor alguna estabilidad, sumando a ello sus oficios como administrador de locales con onda roquera. Cerca del año 90 no lo pensó y asumió como encargado de los casinos sociales de Cerro Sombrero y Cullen, lo cual le permitió durante años conocer más de gastronomía y crecer en el manejo de muchas cosas. Años después pudo abrir un pub en calle Mejicana, el Tulousse, cambiando luego su ubicación, y hoy se mantiene como restorán en Chiloé esquina Errázuriz. Su sueño siempre ha sido tener algún día música en vivo.
Para el final, saca a colación un olvidado episodio con los Encajes Blancos, tanto o más memorable que haber logrado un público jamás visto en Río Gallegos para el Carnaval de 1974: cuando en 1978 ó 1979 tocaron al aire libre en un evento en el estadio Fiscal en la víspera de Navidad.
En esa oportunidad, fruto de una campaña organizada por ellos lograron llenar un camión de 8 a 10 toneladas con juguetes nuevos para los niños necesitados: “tocamos como cuatro o cinco grupos más y estuvimos entre ocho a diez horas de música en el Estadio Fiscal y juntamos cerca de 8 mil personas. Lo que no ha hecho nadie”.

(PUBLICADO EN DIARIO "EL MAGALLANES", 22-AGOSTO-2021)

Una de las facciones históricas de los Encajes Blancos: Miguel Muñoz, Ariel Santana (Q.E.P.D.), Arturo Saldivia, Néstor Castro (Q.E.P.D.) y Héctor Rivera.

El destacado músico aparece entrevistado en su céntrico restaurante por el autor de esta crónica hace algunos años.

Héctor Rivera recorrió toda la Patagonia chileno-argentina en sus años mozos junto a los Encajes Blancos.

martes, 17 de agosto de 2021

ELCIUDADANODELUNIVERSO - Unravel (BJORK Cover)

Postales doradas del Rock en Magallanes: La desatada vida roquera de José Luis Vergara, el olvidado padre de “Hoy”

-Este fallecido magallánico creció en población Fitz Roy, estudió en el Liceo de Hombres y se tituló en la “universidad de la vida”, con idas y venidas por todo el país, un periplo por Argentina y un autoexilio en Alemania, donde vivió más de 13 años. Roberto Hofer Oyaneder

Para quien lo pudo conocer, José Luis Vergara Delgado fue a todas luces un “outsider” y de ahí sus implicancias roqueras y la necesidad de rescatarlo de un olvido casi buscado en estos renglones. La personalidad fuerte, reservada y creativa de este fallecido poeta, trovador, director de teatro, pintor, escultor, escritor y documentalista que ponía el alma en todo lo que hacía, sugiere un rompecabezas a armar con el apoyo de otros “jugadores” (quienes lo conocieron).
Este magallánico creció en población Fitz Roy, estudió en el Liceo de Hombres y se tituló en la “universidad de la vida”, con idas y venidas por todo el país, un periplo por Argentina y un autoexilio en Alemania, donde vivió más de 13 años. Se sabe que escribió y publicó poesía afuera. E hizo conciertos allá y grabó cosas con músicos alemanes, violoncelistas, siendo su sello alternativo el tocar una guitarra transpuesta (con otra afinación).

Aun cuando sus inicios pudieran asociarse a la movida folk magallánica de los ‘70, al estar vinculado a la fundación del grupo TALLER ALTURAS, se dice que él no perseveró en aquel conjunto al no transar con su liderazgo. Roberto Núñez, músico que lo acompañó en diversas etapas, refiere que para José Luis “un taller era un lugar donde se junta gente y todos aportan algo”, razón por la cual fundaron un grupo al que llamaron “TALLER 1”, porque “éramos supuestamente el primer taller donde trabajamos todos en equipo”.
El TALLER 1 duraría entre 1981 y 1984 integrando a varios músicos locales, como el talentoso Jorge “Loco” Pizarro, que después se fue a Santiago, Julio Muñoz y los fallecidos Fidel Pozo y Fernando Núñez (hermano de Roberto), entre otros.
Dentro de sus voladas se presentaron una vez en el Festival Folclórico en la Patagonia con un tema de José Luis, que era una canción muy rara, “La cueca al vacío”, la cual interpretaron bajo el alias de “Los Equivocados de Siempre”, sumando en ese tiempo a Manuel Lagos y Coca Cárdenas.
El 9 de diciembre de 1983 tuvieron el honor de acompañar al dúo Schwenke y Nilo en el Teatro Cervantes.

Hippie y nómade

Otro que cruzó su camino con Vergara fue Juan Carlos Muñoz (“Chico” Alegría), quien a sus 17 años se vio sin futuro acá. A mediados de los años ’70, optó por ir a rodar tierras a Argentina con apenas 3° medio en el cuerpo, más la pesada mochila de ser víctima de persecuciones policiales y detenciones por su melena. Ni pensar en hacer el servicio militar.
Al llegar a Ushuaia se topó en el centro de Ushuaia con unos amigos y en una esquina encontró a Vergara. “Él se fue a vivir conmigo a la (misma) pensión en una pieza y ahí charlamos mucho. Él me contó que había estado en el norte en una comunidad hippie, parece que había conocido a La Manchufela y a todos estos locos de los BLOPS. Y estaba el grupo Arica, un grupo esotérico de jazz, estaba Silo y los jóvenes estaban yéndose a armar cosas. Él se vino en un viaje largo y en ese periplo estuvo viviendo en distintos lugares, en una comunidad hippie y estuvo aquí y allá. Yo en ese tiempo estaba leyendo un libro de Josip Ibrahim que se llamaba ‘Yo visité Ganímides’ y andábamos colgados con eso, el tema de las estrellas, el tema de mundos insondables y mucho también catapultado por la música, por las bandas, por la poesía”, relata.

Vergara armó una banda allá con otros amigos –todos unidos por una misma búsqueda filosófico-existencial- y fueron invitados a un programa de televisión. Anécdota aparte, contaron allí que eran un grupo de chilenos aventureros saliendo de la dictadura, y que su idea era hacer una travesía por la mitad del planeta desde Ushuaia hasta Alaska.
Muñoz se quedó seis meses allá (antes de seguir a Río Gallegos) y señala que Vergara impregnó el ambiente allá con su música de estilo tan propio e interesante mixtura: acústica, fusión, tintes de folclor y mucha reminiscencia de rock, canto al estilo CONGRESO y de repente temas acústicos a la SPINETTA. Su buen cartel llevaría al grupo –donde también destacaba su guitarrista chilote, el Cacho Barría- a tocar en el hotel Albatros de Ushuaia ante numeroso público y de buen nivel.
Quién diría que aquella etapa que los vio huyendo de una dictadura los llevaría a encontrarse con otra igual o peor allá, para reemprender nuevos destinos. De aquellos cercanos encuentros con José Luis Vergara destaca que él nunca transó con nada, y que fue un artista lejos muy adelantado a su época.

Canto de resistencia


Roberto Núñez, amigo incondicional de Vergara hasta el final, destaca el haber creado junto a José Luis una obra particular, especie de apéndice roquero dentro de su carrera a la que llamó “Hoy”. Esta suerte de “cantata folk rock” hizo historia, al ser exhibida en el Café Kultural, en Avenida España y Fagnano, como un manifiesto artístico y humano, de resistencia ante la cultura del miedo que campeaba por esos días. Fue un catártico corte en el tiempo, mezcla de lamento y grito en una época de vidas hechas jirones, tan necesitada de matices para pintar una esperanza.
Corría el año 84, justamente en febrero de 1984 (el mismo mes en que se produjo el “Puntarenazo”). Ensayaron y ensayaron un mes completo la mítica obra antes de presentarla y darle actualidad definitiva a su nombre. Núñez indica que “Hoy” en su contenido era “muy contestataria, muy brava”, acorde a los tiempos que corrían.
En aquellas presentaciones “tocaba ‘Vitoco’ Díaz el teclado, mi hermano fallecido Fernando (Núñez) el bajo eléctrico y yo tocaba batería en algunos temas y guitarra en otro. Tenía una onda así media folk rock. José Luis Vergara tocaba la guitarra y cantaba, la mayoría de los temas los hizo José, pero en un par de temas los hicimos juntos, son los temas más instrumentales. El primero por lo menos de ese disco lo hicimos en realidad era como mío en la parte armónica y él le agregó algunas melodías. Un par de temas compuse yo ahí”.

La música era apoyada por imágenes del fotógrafo Óscar Riquelme. Nada más explícito. Al punto que cuando ellos tocaron ahí, no podían sentirse más perseguidos, viendo en cada desconocido que ingresaba a un virtual “sapo”.
Este concepto musical que presentaron en vivo quedó plasmado en un casete que les grabó Rodrigo Leiva (quien sería integrante más tarde de ATERRIZAJE FORZOSO): “él y otro muchacho que vivía acá, (Héctor) Sepúlveda, tenían un estudio que se llamaba 3.40 abajo por la Costanera. Ellos nos grabaron en un casete en una casa, (donde) hicieron como un estudio y quedó bastante buena la grabación”. Con Vergara la pasaron años después a CD, en un trabajo más casero, sólo para ellos. Como detalle, José Luis le ideó una artística carátula.
Al poco tiempo, Taller 1 se desbandaría y mientras Roberto se iba a estudiar a Concepción, José Luis se fue a Alemania. Estando afuera supieron después que alguien puso una bomba en el Café Kultural. Imposible no asociarlo a la polémica “Hoy”. Aunque olvidada, Núñez apunta que en su momento el grupo ALTURAS popularizó un tema de la obra: “Cae la noche”, composición de José Luis.

El último viaje

Son tantas las vivencias que hasta a Roberto le cuesta resumirlas. Entre ellas, aquella anécdota –alrededor del año 1999- cuando Vergara trabajó en Santiago con el dramaturgo Juan Radrigán, y terminó flechando a la polola alemana de este último.
De ahí volvería a Punta Arenas para quedarse. Se instalaría en dependencias del antiguo Hospital Psiquiátrico, sector Miraflores, donde abriría el café taller Los Equivocados de Siempre. En una oportunidad trajo a tocar a los BORDEMAR y armó al final una tocata combinada con ALBATROS, banda regional de música celta, el 17 de octubre de 2007.
Danilo Villalón, docente de música de Valparaíso, recuerda cuando recién egresado y llegado a la región fue invitado por José Luis a su taller en el ex Hospital Psiquiátrico a tocar el cello: “entonces me presentó sus temas y a mí me gustaron, porque al tiro yo noté que él era un artista serio y súper comprometido con su trabajo y con su poesía, que era grandiosa”. Recuerda que adoraba a Violeta Parra y decía que era una inspiración para él.
Sin hacer necesariamente rock, grafica que Vergara “tenía una impronta roquera, era roquero heavy metal desde adentro, el socio se imponía y no diciendo muchas cosas, era como bien especial José Luis y también, al mismo tiempo, congregaba”. Lo definió como un creador muy comprometido con su arte y, en especial, con su música, que era única: “a mí me gustaba mucho, porque era así como folk neo, un poco medio Bob Dylan”. Todo ello sumado a su potente registro vocal.
Asimismo, Vergara incursionó en la faceta audiovisual realizando documentales como “Qué querís que yo le haga” sobre los hijos de exiliados retornados a Chile; “Mulumapu” sobre la vida de dos escritores y un pintor y escultor mapuche; además de sus videos sobre la historia del petróleo en Magallanes y “El mar de repente” (2005, por encargo del Instituto de Fomento Pesquero) para mostrar la vida de los pescadores artesanales en sus múltiples facetas. Roberto incluso le ayudó a hacer la música del documental.

Esta filmación no estuvo exenta de discrepancias, haciendo valer el creador la crítica voz recogida del entorno de los trabajadores y la defensa de su contenido cultural. Luego de filmar dicho material, el 21 de agosto de 2005 sobrevino el siniestro que destruyó la lancha artesanal Drakar I, frente a Agua Fresca, cobrando la vida del pescador chilote José Cárdenas, de 23 años. La pérdida de quien fue su amigo y principal colaborador a bordo de aquella nave para dar vida al documental, lo llevaría a grabar el CD “Espiritú” (con tilde en la “u”) en estudios Taiquén (Castro, Chiloé), en febrero de 2008. A su guitarra y voz, Vergara sumó a la intérprete Carolina Muñoz en viola.
Este maravilloso disco, de factura maciza, flirtea con la fusión urbana, la trova y lo clásico en un viaje musical que cautiva de principio a fin, y que incluso ha servido de cortina para producciones nacionales. Incluye el tema "Bajo una luna de tiza", inspirado en esos compañeros de mareas que le abrieron su corazón y su mundo.
Núñez menciona que toda su creación colectiva la hicieron en la marginalidad. Incluso José Luis lo molestaba haciéndole ver lo invisibilizados que estaban, al punto que ni siquiera lo invitaban de jurado a un festival de los bomberos. Al final, aquello sería una opción.
Meses antes de que falleciera el 15 de noviembre de 2012, a los 58 años, Roberto le dijo a José Luis: “yo voy a ser tu biógrafo”. Y él lo miró como asombrado. Pero independiente del cariño que le tenga, lo define como un personaje interesantísimo y brillante intelectualmente, aunque rechazado: “yo soy bien objetivo y, conociendo a los músicos acá de Punta Arenas, era un tipo fuera de serie, otra onda, pero -como te decía- no reconocido, porque quizá era muy extraño lo que él planteaba”.

(PUBLICADA EN DIARIO "EL MAGALLANES", 15-AGOSTO-2021)

Histórica foto del Taller 1 en la previa de la obra “Hoy”: Vitoco Díaz, Roberto Núñez, José Luis Vergara, Gilberto Tapia y Fernando Núñez. Faltan: Guillermo Ruff y Óscar Riquelme.





jueves, 12 de agosto de 2021

ANTOLOGIA HALIM MUSIC ya se encuentra disponible en formato cassette!

Enhorabuena les presentamos la primera ANTOLOGIA HALIM MUSIC por primera vez disponible en formato cassette.

que reúne grabaciones realizadas en un contexto complejo como lo ha sido desde la revolución del «Estallido Social» hasta esta época de cuarentenas por el virus «Covid 19».

Contiene diversas grabaciones de estudio, en vivo y algunas colaboraciones, que incluyen artistas de diversos géneros que van de la música electrónica ambient, temas acústicos con aires folklóricos como sicodélicos, progresivos hasta llegar al rock pesado. En manos de bandas como PROFANO, DIOGENES, DEJALOSANGRAR, MATIAS CENA, THRONADOR, UX, DANIEL CARTES, HEROPASS, DER GOLEM, INDOMIA y más.

Todo lo recaudado será a beneficio de las próximas producciones de los artistas del catalogo

Para reservas escribe al mail: halimmusicrecords@gmail.com

También pueden comprar directamente en Bandcamp:

https://halimmusic.bandcamp.com/album/antolog-a-halim-music




Arte por cortesía de Ramiro Obando Fuenzalida que pertenece al cuadro que lleva por título Bipolar II.

martes, 10 de agosto de 2021

HEROPASS - Merciless en vivo en MIBAR, Santiago 2018



Desde los longevos bosques australes y las gélidas e infinitas pampas, el trío magallánico/metropolitano de doom metal primitivo, HEROPASS, nos brinda este registro capturado en vivo por Vox Internum en las inmediaciones de Mibar. Con una mezcla en vivo por de Gerardo Pinto, sonidista a cargo la noche de miércoles 21 de noviembre de 2018, el álbum está compuesto por canciones extraídas de la presentación de la banda que compartiera escenario con el cuarteto Meckanimal. De la mano de René Gómez (miembro activo de DIOGENES) en guitarra eléctrica y voz, Cristián Cárcamo en batería y Cristián Cortinez en bajo y voz, se deja palpar una atmósfera mística, desde esta entidad implacable que personifica el tiempo: “Heropass”, pieza que pone la primera piedra para la audiencia. Se trata de un instrumental con aires de psicodelia que arremete contra el entorno como si nos despegara del piso y nos levantara al mismo tiempo. Se siente esa inestabilidad implícita en los acordes que se transforman a cada momento, como si se fuera inmiscuyendo en los recovecos de nuestra propia subconsciencia.

Seguido de esto, los(as) adeptos(as) a la música pesada nacional paran la oreja al escucharse los primeros versos de “Oscuros Momentos”, cover a la banda emblemática de rock patagónico, HIELO NEGRO, que incluye esta aletargada y densa consigna de resiliencia en su disco “Donde Nacen los Vientos” (C.F.A., 2005). Seguimos el paso con “Merciless”, creación homónima que funciona como una mini suite que va oscilando entre diferentes intencionalidades, entre ritmos lentos y otros más animados, siendo estos últimos los cuales recrean a un ser despiadado inspirado en el místico George Gurdieff, que en su libro “Relatos de Belcebú a su nieto” trata el concepto del tiempo, que, según el armenio, no perdona a nadie, avanzando sin importar qué o quién. Hacia el final nos encontramos con “The Passenger”, lúgubre pieza instrumental que corresponde al primer riff creado por Gómez, abrazando así la oscuridad en todo su esplendor momentos antes de desembocar instantáneamente en “Law of Falling”, que al igual que otras canciones de HEROPASS contienen atisbos de bandas simbólicas del género, como CELTIC FROST, CATHEDRAL, SAINT VITUS y PENTAGRAM, siendo esta última una banda norteamericana con origen en los años 70’s, cuyo show en Punta Arenas gestionado por Siete Ciclos Producciones, HEROPASS tendrá la dicha de abrir en 2022.

El idioma musical multiforme que ha caracterizado al tridente desde 2017 nos brinda este espacio sabbáthico que comprende 5 canciones en vivo en formato digital. Contando además (por medio del sello Halim Music Records) con una versión física en cassette, “Merciless Live & Demos”, que incluye en su lado “B”, una selección de piezas en la que encontramos material de sus anteriores demos también publicados en formato cinta a través Halim Music Records.

Gonzalo Manzo (Vox Internum, Sonidos Ocultos, Patagonia Rock Cultural) www.sonidosocultos.com/discos/heropass-merciless-live

domingo, 8 de agosto de 2021

Postales doradas del rock en Magallanes: Aquellas vertientes que alimentaron nuestra cultura roquera

-Desde los años ’70, la música rock ha ingresado a nuestras vidas y ha cobrado fuerza a través de instancias diversas, como revistas juveniles, emisiones radiales y televisivas hasta llegar a las plataformas digitales.

Roberto Hofer Oyaneder


Nunca fue fácil documentarse sobre rock a nivel regional, y menos en la era “analógica” o en pleno “apagón cultural” de los ’70, cuando Internet era tan inconcebible como un sueño de ciencia ficción.
En este afán por acceder a publicaciones sobre música popular, desde 1965 y al promediar la década siguiente la juventud se nutría con la revista Ritmo, de editorial Lord Cochrane. De clara línea comercial, ésta adolecía de un espíritu crítico, analítico o interpretativo de las distintas tendencias musicales y de sus protagonistas, así como de su impronta e ideales roqueros. Más bien se centraría en caprichos de los ídolos y en los vaivenes de la moda. Nada muy diferente sería el legado de El Musiquero, que la misma editora capitalina publicó entre 1964 y 1976.
Otras publicaciones buscarían de manera efímera ocupar este nicho como Super Musicales, editada en los talleres de La Nación, y “19”, de mejor impresión, a todo color y con vistosos posters. Ambas mantenían parte del estilo legado por Ritmo, con alguna que otra letra de canción o contenido ligado al rock. Sin embargo, la primera de ellas nunca mejoró su pobre presentación, durando hasta no más de 1983, y a la segunda ni siquiera le dio para llegar al cambio de década.
Por aquellos años serían muy apreciados a nivel local los ejemplares de Pelo o El Expreso Imaginario, revistas argentinas especializadas en grandes bandas y exponentes internacionales o trasandinos, con sesudas crónicas y análisis del contexto cultural del rock. Aunque escaso, este material solía circular de mano en mano por la región, gracias a algún afortunado que lograra cruzar el alambre.
La gran excepción, vinculada a la oposición al gobierno de Pinochet fue La Bicicleta, que desde 1978 se mantuvo más de una década rescatando una conciencia crítica y una cultura musical, con secciones dedicadas al rock y partituras con traducciones de letras de roqueros consagrados.

Otra aislada brisa de aire fresco la aportó la publicación española Popster, que apareció en los kioscos por el año 78. Cada fascículo, consistente en un póster desplegable que se podía leer como revista, se enfocaba en la biografía de un artista o grupo (Supertramp, Pink Floyd, Lou Reed, Bee Gees, etc.).
En la década ochentera se perfilarían otras propuestas editoriales “made in Chile” dirigidas a nichos cada vez más específicos como Super Rock, o más bien misceláneas como Rock & Pop. En los años 90, revistas como Bajo cuerdas darían finalmente el ancho.

Convivencia sagrada

Los espacios radiales fueron vitales para la juventud roquera de los años ’70. El interés por ensanchar su conocimiento musical llevó a que no pocos radioescuchas se aficionaran a sintonizar emisiones juveniles de emisoras argentinas, como Edgardo “Galo” Mancilla Campos, cuya imperdible cita nocturna con la música de vanguardia era el espacio “Generación Exigente”, que desde 1974 se transmitía en Río Gallegos, y el dominguero “Desde el comienzo” (1979-81), que amenizaba Sergio Garrós, puente perfecto entre la poesía y las buenas vibras del rock argentino e internacional.

Eran tiempos de amplitud modulada (AM), como el emblemático “Alto Voltaje”, pionera transmisión dominical de Radio Polar, que se consolida en 1976 en torno a los sonidos del rock progresivo y otras corrientes. Aquella vertiente fue una verdadera “catarsis” musical para muchos adolescentes, gracias a la presencia de Néstor Castro (baterista de los Encajes Blancos) en el estudio. Éste compartía allí su gusto por el rock y la música, pinchaba vinilos y en amena conversación presentaba rebuscados artistas para esos días: King Crimson, Jean-Luc Ponty, Frank Zappa, Mahavishnu Orchestra, Pappo’s Blues o Sui Generis,. Su cortina musical era “Alethea”, del guitarrista Robin Trower (ex Procol Harum).
En una onda parecida se mantuvo al aire “Mi música, mi tiempo” (1976-78), conducido por José “Checho” Aguilante, que en sus inicios iba los jueves a las 21 horas en Radio Polar. Cada emisión era interactiva gracias a coleccionistas de música invitados para compartir sus discos, como el conocido tecladista “Vitoco” Díaz, los melómanos José Frangópulos, Fernando Frank, Edmundo Rosinelli, Pedro Ángelo y Pedro Güichapany. Dicho espacio fue pionero en difundir a bandas vanguardistas inalcanzables en esa época como Soft Machine, y en emitir conciertos de rock -Cream, Genesis, Jethro Tull, Grand Funk Railroad o la vieja guardia del rock argentino-.

Pedro Ángelo Herrera, libretista por mucho tiempo del espacio, nutría los guiones con referencias de artistas y grupos extraídas de revistas como Pelo o Musiquero. A fines de 1978, éste tomó el programa y siguió con él hasta 1980. Tras años después, al alero de Radio Nacional, daría vida a “Dios salve al rock”.
Por su parte, Aguilante condujo de 1977 a 1979 “Alto Voltaje” en Radio Polar (los lunes o martes, de 10 a 12 horas). Tan entusiasta y nutrida era su audiencia y tal la novedad, que durante la emisión se sacaba un parlante afuera de la emisora y él salía a locutear al balcón. “Decenas de niños y jóvenes seguidores se aglomeraban en el frontis a escuchar, mientras otros copaban la escalera de acceso y los más tempraneros hacían nata en el pequeño auditorio”, recuerda.
En 1979, Aguilante se mudó a radio Presidente Ibáñez, dando vida al programa estudiantil “Círculo joven”, de lunes a viernes, entre las 16 y las 18,30 horas. Éste era amenizado con ídolos de vanguardia como Led Zeppelin, Toto y Journey, entre otros. Su exitoso formato seguiría en los años posteriores bajo el nombre de “Contraseña”, hasta 1992.
Entre las perdidas emisiones de los años ’90 tampoco podemos olvidar el sello roquero de la extinta radio Camelot FM.

Conexiones televisivas

Ya en la segunda mitad de los años ’70, el indiscutido cetro que por décadas ostentó la radio como plataforma de difusión musical se vería fuertemente disputado por la penetración televisiva. Claro que, más allá del fenómeno que marcó el “Magnetoscopio Musical” (Televisión Nacional) con sus videoclips, a nivel local, la pantalla chica poco o nada infló nuestras manifestaciones roqueras en boga antes del retorno de la democracia.
No obstante, Eduardo Castro (Q.E.P.D.), guitarrista de LOS ENCAJES BLANCOS, recuerda un paso fugaz por la pantalla chica, cuando el canal estatal los invitó a grabar. Este les sirvió para plasmar en un video lo que ellos hacían, que era la música bailable que se tocaba en esa década: “La primera presentación televisiva de Los Encajes fue con ‘Eloise’, tema (de Barry Ryan, también versionado por Buddy Richard) con muchos tonos y cortes, y la hicimos una versión instrumental”. Como anécdota aparte, de aquella sesión recuerda haberse visto con una cámara encima, y “de repente miro en el vidrio y era un camarógrafo joven al cual después conocí y que años después lo mataron en la guerra en Medio Oriente, trabajaba con Gazi Jalil”.

Con el tiempo, la Red Austral se pondría a tono con el –aunque ya en declive- fenómeno del “rock latino”; al dar vitrina al grupo La Fuga, siendo entrevistados para todo Chile en el espacio juvenil de Jorge Aedo. Serían además grabados en vivo en sus postrimerías, en 1992, en una presentación “a tablero vuelto” ofrecida en el pub Olympus, y que en extractos emitió Televisión Nacional.
Una especie de “golondrina de invierno” en materia de cultura roquera se daría en 2004, a través de “Órbita Rock”, singular espacio vespertino de la estación regional ITV Patagonia, no dirigido a la masa, cuya finalidad fue ampliar el espectro musical a nivel local. Cada emisión sabatina mostraba una selección roquera onda “thrash metal”, y los domingos hacía un sobrevuelo al rock clásico y de vanguardia, con un granado arsenal de video clips (muchos inéditos en la televisión chilena).
En los créditos del programa figuraron: Patricio Briceño, director; Danilo Brskovic, camarógrafo y productor; y Basilio González, como conductor y VJ, quien era además rostro inconfundible al frente de la disquería Luna Negra, que funcionó alrededor de una década en galería Gran Palace.
Un gran “golpe” periodístico de este programa hecho a pulso fue una entrevista, en una de sus primeras emisiones, nada menos que con el sonidista del grupo Marillion -según recuerdo-, de paso por Punta Arenas. Esta alternativa emisión marcaría un antes y un después en términos de difundir la cultura rock en el plano local.

“Habemus” rock

ITV Patagonia puso en valor también el rock regional a través de un proyecto llamado “Rock Austral”, que en 2007 se centró en documentar la obra de bandas que sonaban entonces como ZOOM ABSTRACTION, FROZEN, CAPITAN AYER, HIELO NEGRO e INFERNAL DOOM. Fue gestado por Alejandro González, estudiante de Ingeniería en Sonido, con el apoyo de Juan Francisco González, Davor Mihovilovic y Daniel R. Gómez (DIOGENES, ZOOM ABSTRACTION), con un resultado más que auspicioso. Otra propuesta de ITV para difundir el género fue “Oveja Rock” (2012), conducido por el músico y productor Nicolás Fischer.








Con los años, Umag TV se abriría como un espacio para la difusión de artistas emergentes locales, como lo fue la grabación de una serie de registros audiovisuales, enmarcados en el proyecto denominado “Sonido Austral” (2014).




Desde 2016, darían cabida al proyecto cultural Sonidos de Patio, del docente Alan Salazar, para registrar a cultores regionales en formato acústico en espacios urbanos. Asimismo, en 2012 destacaría el proyecto “Música y Territorio” de Agrupación Factoría Parlante (surgida como fusión entre Productora Mascota Audiovisual, Home Estudio Placer Digital y Opsia Visual), que daría a luz potentes producciones audiovisuales con historias de músicos en distintas locaciones regionales.

A ello debemos sumar desde 2016 el aporte de la revista y plataforma Patagonia Rock, proyecto impulsado por el periodista Diego García junto al músico y diseñador gráfico Ariel Torres, quienes además de levantar un medio de comunicación especializado han dinamizado una serie de iniciativas roqueras autogestionadas como el Festival Somos del Sur.
Y si de cultura sonora se trata, radio Presidente Ibáñez ha difundido por años lo mejor del rock, blues y jazz en el espacio “El último Tren a Casa”, producido por Aczión Kultural y conducido por Pedro Güichapany Miranda, que se alza como el señero y longevo aporte en estas lides.

https://www.radiopresidenteibanez.cl/web/

(PUBLICADO EN DIARIO "EL MAGALLANES", 08-AGOSTO-2021)

viernes, 6 de agosto de 2021